07 octubre 2013

Paseo de silencio

Hora de escribir la continuación de la entrada anterior. Les hablaba de Rodes. Y ya estamos en otoño. La luz es suave, difusa y tímida. Atrás quedaron los días de verano, largos y calidos. Y ya empieza el frío y con él el recogerse en lugares cerrados, museos, cines, cafés, la propia casa, el restaurante español de la esquina, el griego cerca del Broadway o el Tailandes de más allá, o ver pelis, sostener en las manos alguna bebida caliente y humeante, salir a caminar con cuatro suéteres encima y esperar a que vuelva a salir el Sol nuevamente. La naturaleza ha sido benigna este año en Londres (o ironicamente el calentamiento global, pero como me gusta el romanticismo, pensemos que es la naturaleza). Hasta el día de hoy el clima sigue estando agradable. Ayer salí al parque desenfrenada para aprovechar lo que creo que son los últimos rayos cálidos de Sol de este año. Hice un poco de Taichi con una amiga. Cuando hacemos Taichi los perros se acercan y nos miran extrañados. Yo supongo que es por la lentitud con la cual nos movemos. Es muy curioso ver cómo nos miran y se quedan quietos solo viendo.
He estado pensando cambiarle el nombre al blog, pues ya el nombre es anacrónico. Pero ya mucha gente lo conoce así. ¿Será que sólo se lo cambio en la cabecera? Y es que no representa todo lo que quiero. Lo seguiré viendo.
Quería pasar por aquí para seguir mostrándoles fotos de nuestro viaje a Rodes. En vacaciones a nosotros nos fascina agarrar un carro y pasear por un sitio. Deternenos en recodos del camino y suspirar en frente del paisaje. Preguntarme cómo algo tan bonito o misterioso puede existir. Dejarse maravillar una y otra vez. Y ponerme filosófica por unos momentos e imaginarme la inmensidad del mundo antes de lanzarme al agua.
Aquí les muestro la playa de Tsambica. Lo que me gustó de ese día es que había mucho viento, polvo y bruma. Así que me entretuve un ratico sacándole fotos a las olas. Me recordó un poco a la playa de Choroní en Venezuela, aunque no tan rebelde ni con tanto follaje.


Luego subimos a un monasterio que quedaba en la colina de al lado, en medio del más absoluto silencio del viento, a la hora del atardecer. Pero aún no termino, quisiera seguir mostrándole cosas de por allá en otro post en estos últimos meses del año y a contarles un poco qué estoy haciendo. Por cierto, hace poco diseñé este blog. Pasen a mirarlo, porque lo está estrenando. Y si quieres comprar alguna de mis fotos puedes visitar mi tienda en línea. Que se me había pasado mencionar.







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