Quería hablar de la mamá de la persona para quien estoy haciendo el trabajo aquí en Colombia. Fue a buscarme al aeropuerto junto con su hijo y su esposa. Esto no es usual que me ocurra, pues, nunca van a buscarme familias al aeropuerto. Normalmente son taxistas o la persona de la empresa para quien trabajaré, ¿pero una abuela?, nunca. Me encantó que la señora estuviera ahí, con su voz alegre y su simpatía. Me sentí como en casa.
Y supe su historia: madre de cuatro hijos, quedó viuda cuando sus hijos eran unos pequeñines, pues su esposo, siendo minero, tuvo un accidente en una mina y no sobrevivió. Ella tuvo que trabajar para mantener a los cuatro, cuidarlos, darles educación y seguirles dando un hogar, un calor de familia. Y por supuesto, viniendo de un origen humilde no era una empresa fácil. Pero ella lo hizo porque lo tenía que hacer. No tenía otra alternativa sino salir adelante. Y hoy, sus hijos son personas responsables, graduados de la universidad después de haber estudiado de noche y trabajado de día. Hoy son gerentes que viajan a otros países a hacer negocios. Y los hijos están orgullosos de su origen y de su madre, quien con tan pocos recursos se armó de valor y sacó a sus hijos adelante.
Me emociona saber este tipo de historias, historias de la gente de por aquí y de por allá que llenan de color la vida y que nos dicen a gritos Si se puede, hazlo, atrevete, ve por ello.
Esta es una historia breve para recordar cuando tengamos miedo de lanzarnos a la vida. Es una anécdota de una vida común para seguir buscando nuestro destino en otros lugares. O para simplemente atrevernos a ir en la búsqueda de nuestros sueños.
Un saludo a todos aquellos que llegan a este ricón de la web.
P.D. Y estoy agradecida con la vida de que puedo contribuir con Haití. Llevamos agua, comida, pañales a la Cruz Roja Venezolana. Me emociona pensar que habemos tantas personas en el mundo dispuestos a ayudar a quienes realmente lo necesitan.