03 diciembre 2009

La emigracion y la familia: ellos se quedan nosotros nos vamos

Hace poco tuve que hacer un toque técnico en el médico. Me atendió un doctor de cierta edad, vistiendo una guayabera, lo que de inmediato me hizo recordar a mi abuelo, que solía llevar ese agradable atuendo. El médico me estrechó la mano fuertemente y me invitó a sentarme frente a él, escritorio de por medio. Sobre el mueble había una fotografía de formato grande, que mostraba una gran familia con varias generaciones en ella. El fondo era un bello jardín tropical con grandes chaguaramos y palmas, una grama brillante y bellas flores. Se notaba que la familia se había preparado para la foto y que era alguna importante celebración. Me encantó la fotografía pues siempre me dejo seducir por esas imágenes familiares.
Le pregunté al médico: "¿todos sus hijos viven aquí? Y el me respondió: "pues, tengo 3 hijos que viven en el extrajero ya hace más de 10 años. Se fueron a estudiar afuera, sus postgrados y maestrías. Los otros 2 viven aquí". Nuevamente le pregunté: "Y cómo se siente siendo padre con sus hijos afuera?" El médico siempre correcto y profesional me respondió: "Claro que hacen falta, pero esa es la vida de ellos. Ellos tienen su propia vida. Yo lo hice en su momento. Me fui a estudiar fuera, dejándo a mis padres aquí y años después regresé".
Me despedí con un apretón de manos. Fue muy amable y franca la respuesta. Pensé que sí, ciertamente, los hijos deben dejar el hogar para tejer su propia vida y tal vez formar una familia como la que aparecía en la foto del médico. Y reunirse a fin de año para hablar de lo que han logrado y vivido en el tiempo en el que no han estado juntos. La Navidad se aproxima y las personas se movilizan. Llegan de lejos a compartir sus experiencias lejos del hogar.

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